Antes que todo no puedo dejar de mencionar que la mayoría de las mujeres desde que nos transformamos en madres sentimos “algo de culpa” por distintas razones y la idea de este artículo es hacer un breve análisis de algunas de esas culpas y tratar de liberarnos de ellas. Primero, las madres que no trabajan sienten culpa de no estar aportando económicamente para la casa, de ser etiquetadas como “vagas” que se pasan en el gimnasio o tomando cafecito con las amigas en las mañanas. Si salen por las tardes, sienten la culpa de no estar cuando los niños llegan del colegio, si descansan a media tarde se culpan de descansar y así innumerables culpas del día a día que cada una le puede poner el nombre o la situación que le acomode. Segundo, las madres que trabajan se culpan de no disponer de mucho tiempo con sus hijos, se culpan de sentir cansancio y no poder rendir cuando llegan a la casa, también de muchas veces perder la paciencia debido a este cansancio, de no poder asistir a los paseos de curso o participar de actividades escolares con sus niños, de no poder cuidarlos si están resfriados y no pueden ir al colegio, etc. Creo que es bueno parar un minuto de esta ajetreada vida y sentarnos a pensar, de qué estoy sintiendo culpa?, por qué la estoy sintiendo? y lo más importante: cómo lo puedo solucionar?. Para las madres que no trabajan sería bueno que valoraran de verdad la gran labor que hacen en la casa, que incluso llega a ser más estresante y cansador que el estar en la oficina todo el día, ya que en la casa no se tiene la posibilidad de cerrar el computador e irse a la casa y “mañana será un nuevo día”, los hijos no nos dan esa tregua ni tampoco la logística que implica llevar una casa. Entonces salir a tomarse un café con las amigas o ir al gimnasio no es un pecado ni venial ya que va en pro de una mente femenina sana (estudios lo avalan), y una madre con mente sana hace del hogar un lugar armonioso y por consiguiente un marido y unos hijos más felices. Para las madres que trabajan está claro que el tiempo para dedicar a los hijos y a ellas mismas es menor. Está en nosotras hacer un cambio y aprovechar cada minuto que tenemos para dedicar a la casa, hacer un cambio en la actitud afrontando las cosas más positivamente, dejando de lado el cansancio (aunque muchas veces cuesta), trabajando con nuestros hijos a “distancia” y el fin de semana proponerse sacarles el jugo, así como también buscar algún minuto para hacer algo que a ellas les guste y les relaje . Lo importante, es darles un tiempo de calidad donde ellos se sientan acogidos. Nadie nos puede asegurar que los hijos de madres que están más presentes van a ser mejores personas o que van a tener mejor rendimiento escolar, o una alta autoestima, etc. Ya que puede que haya madres que pasen todo el día en sus casas pero no se preocupen realmente de conocer a sus hijos , o en cambio madres que se pasan todo el día en una oficina y son mucho más presentes. Como todo en la vida no hay parámetro para medirlo. Como conclusión: dejar las culpas de lado y concentrarse en que todo está dado en la dedicación que le pongamos a la educación y formación de nuestros hijos, que como padres estemos siempre alertas de lo que les está pasando y que ellos sientan la confianza suficiente para sentirse queridos incondicionalmente por nosotros.
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